Exfoliación de la piel, lo que necesitas saber
Por Aranza Castro

Con exfoliación nos referimos al proceso natural de regeneración de la piel mediante la eliminación de células de la epidermis, con la finalidad de que células más jóvenes vean “la luz” y puedan sustentar ese escudo protector que nos guarda de agresiones externas, tales como los rayos UV, contaminación, choques térmicos o incluso lesiones por contacto. Puede realizarse de forma mecánica, mediante productos químicos o por la combinación de ambos, aquí te dejamos las principales características de cada una.

Exfoliación Mecánica

Se le llama de esta manera a toda exfoliación que se genera al ocasionar fricción en la piel mediante la utilización de diferentes productos, ejemplo de ello son la mayoría de los exfoliantes de mercado que generan un arrastre de las células, esponjas, guantes, masajeadores, etc. 

Exfoliación Química

Como su nombre lo indica, es una exfoliación ocasionada por el tratamiento de ingredientes activos, generalmente ácidos, que generan una abrasión de la piel. Se incluyen dentro de este método de exfoliación productos como cremas, geles y sueros. Los más comunes son Ácido Glicólico, Ácido Salicílico, Ácido Tricloroacético. Deben ser usados de forma cuidadosa ya que en algunas pieles pueden ser agresivos y el uso inadecuado puede ocasionar irritación constante.

¿Con qué frecuencia se debe utilizar un exfoliante?

Como primera recomendación, siempre será mejor el tener una exfoliación guiada por un profesional ya que ésta dependerá y cambiará de acuerdo con el tipo de piel.  En concepto general, en pieles maduras basta con realizar la operación cada tres semana, no olvidemos que la renovación celular se ralentiza con la edad y que una frecuencia mayor de exfoliación puede conducir a sensibilizar en exceso la epidermis. En pieles más jóvenes, dependerá del tipo de piel, en secas y sensibles basta con exfoliar quincenalmente, mixtas y grasas semanalmente. En cualquier caso, el proceso de exfoliación debe ser suave, por las noches y siempre seguido de algún producto hidratante y nutritivo.

Incluir o no a tu rutina un hábito de exfoliación dependerá del estado de tu piel, del ambiente en el cual te desarrollas y en cuándo y cómo se realice. Es preferible que siempre consultes con un especialista y/o dermatólogo.  


 

 


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